Ishtar, la diosa protectora de las prostitutas

En estos días que vivimos, donde las mujeres parecen estar logrando poco a poco una posición de igualdad con el hombre a base de mucha lucha, viene bien recordar que esta discriminación no siempre fue tal. De hecho, en el pasado había mujeres tan o más poderosas que muchos hombres. Y el papel de la mujer, de la madre capaz de traer vida al mundo, se respetaba por encima de todo. Las cosas cambian con el tiempo, pero no hemos de olvidar nuestras raíces. Y las más profundas de la Humanidad, antes incluso de la aparición de las religiones importantes de hoy en día, se sumergen en la cultura babilónica. Allí, en Oriente Medio, es donde los historiadores marcan el punto de nacimiento de nuestra especie como tal. De homínidos a seres humanos. De nómadas a sedentarios. Y siempre con la mirada puesta en el cielo, y las oraciones preparadas para sus dioses.

Las religiones en la primera época de nuestra especie solían ser politeístas. Esto quiere decir que en lugar de haber un dios supremo y único existían diferentes deidades, cada una de ellas asociada a un concepto importante. Por ejemplo, lo vemos en la mitología nórdica con Loki, el dios de la mentira, o en la mitología clásica con Dionisio/Baco, el dios del vino y la fiesta. Si retrocedemos mucho más, hasta las primeras deidades que se conocen, nos encontraremos con Ishtar, el primer bosquejo de la Diosa Madre. Protectora de la ciudad de Uruk, la misma que gobernó el legendario Gilgamesh, Ishtar es la única diosa que hacía caso a los humanos. Por eso se le rinde un culto especial que tiene mucho que ver con la feminidad, el sexo… y la prostitución sagrada. Ishtar también sería conocida como Innana, aunque hay expertos que aseguran que son deidades distintas, a pesar de representar exactamente lo mismo. De lo que nadie tiene duda es de la importancia de esta figura no solo en aquellas primeras religiones politeístas, sino en nuestro momento actual, donde la feminidad vuelve a ponerse en valor.

La diosa Ishtar

Ishtar no es una diosa cualquiera, sino una de las primeras deidades femeninas que se conocen. En Babilonia, según las crónicas, los dioses estaban en su panteón y no hacían ningún caso a los hombres. Todos salvo uno. Ishtar sí que sentía predilección por nuestra raza, así que nos entregó uno de los bienes más preciados, el de la fertilidad. Por eso muchos la relación con los cultos de la Diosa Madre, aunque su papel no está del todo claro en comparación con la de otras figuras femeninas en religiones posteriores. Ishtar era hija del dios Sil, y por tanto, una guerrera, pero también era la diosa del sexo y la pasión, del amor y la lujuria. Sus relaciones, eso sí, solían terminar bastante mal, porque a la vez que amorosa era muy caprichosa.

Se le rendía culto por toda la zona de Babilonia y posteriormente también  en Sumeria, con el nombre de Innana. Ishtar aparece, por ejemplo, en la primera ficción registrada, la epopeya de Gilgamesh. De ahí que se entienda que su papel en la sociedad era bastante importante. Se sabe también que muchos gobernantes de aquella zona crearon templos para venerarla, en los cuales se llevaba a cabo la prostitución sagrada. Ishtar estaba muy relacionada con la feminidad y por tanto, era realmente querida por las mujeres. Se la ha relacionado también con el mundo celeste, con Venus, la estrella del amanecer y el atardecer, una de las más brillantes del firmamento. Pero si por algo destaca Ishtar es por su condición de diosa sexual.

Su vinculación con el sexo

El sexo en Babilonia y Sumeria no estaba mal visto ni se pretendía que fuera algo sucio, como ocurre ahora en muchas sociedades. Era, de hecho, una cultura más desinhibida y abierta, y buena parte de la culpa la tenía Ishtar. Era la diosa que nos había liberado para poder disfrutar del placer sexual y ser fértiles, trayendo más vida al mundo. La única diosa que se preocupaba por nosotros. Es por eso que existían templos por todas estas ciudades donde se la veneraba de una manera muy especial. Las mujeres se ofrecían a aquellos hombres que fueran a hacer ofrendas a Ishtar, y mantenían relaciones con ellos. La propia Ishtar era considerada la cortesana de los dioses dentro de esa mitología.

Protectora de las prostitutas

Tal vez sorprenda a muchos, pero las prostitutas no siempre han sido consideradas como mujeres perversas o poco honradas. Hubo un tiempo en el que el trabajo de prostituta era bien considerado, y estas chicas no estaban señaladas ni estigmatizadas. En Babilonia y Sumeria, una prostituta era una mujer que ofrecía sexo a los hombres a cambio de dinero, algo que no estaba mal visto, ni mucho menos. Muchas trabajaban en las calles, sobre todo cerca de los puertos y mercados, para atraer a sus clientes. Otras lo hacían en las tabernas, y estas sí que eran mal consideradas, pero por el hecho de ser esclavas, no por ser prostitutas. Y luego, por supuesto, estaban las prostitutas sagradas.

Conocidas posteriormente como hieródulas, eran mujeres que trabajaban y vivían en los templos dedicados a Ishtar. Esta diosa las protegía, y ellas le rendían culto acostándose con los hombres que iban a venerarla. De hecho, durante esa relación sexual, era la propia diosa la que se suponía que se entregaba al placer, a través del cuerpo de la prostituta. Las había de distintos tipos, e incluso niveles. Las jóvenes más bellas solían entregarse solo a los hombres más poderosos, mientras que las más veteranas lo hacían con cualquiera. Incluso estaban las llamadas damas-diosas, que eran reencarnaciones de la propia Ishtar. Evidentemente, estas escogidas solo tenían sexo con gobernantes, reyes y hombres realmente poderosos. Y todo para venerar a Ishtar.

Su influencia en otras religiones

Como ya marcó perfectamente Joseph Campbell en su libro Diosas, Ishtar es sin duda una de las primeras representaciones de la Diosa Madre. Una figura que luego se retomaría no solo en las religiones que nacen cerca de Mesopotamia, sino también en toda Europa. Por ejemplo, Venus y Afrodita son, según muchos expertos, versiones más “modernas” de Isthar, adaptadas de la propia tradición babilónica. Hay muchas similitudes también entre Ishtar e Isis, diosa egipcia que amamantó a su vez al dios Horus. De hecho, Ishtar aparece en la Biblia, en el libro de Jeremías, Antiguo Testamento, concediéndole el título de Reina de los Cielos.